Hasta ahora hemos analizado varias propiedades físicas del suelo, como la textura, el drenaje y la profundidad. Pero para tener un diagnóstico completo de nuestro terreno, también es esencial conocer algunas de sus propiedades químicas, y entre ellas destaca una en particular: el pH del suelo.
¿Qué es el pH del suelo?
El pH mide la acidez del suelo, y se determina por la concentración de protones (iones H⁺) en la solución del suelo. Esta medida se expresa en una escala que va de 0 a 14:
- Un pH por debajo de 7 indica un suelo ácido.
- Un pH igual a 7 indica un suelo neutro.
- Un pH por encima de 7 indica un suelo alcalino.
En la práctica, la mayoría de los suelos medios tienen un pH que oscila entre 4,5 y 7,5, desde ácidos hasta neutros o ligeramente alcalinos.
¿Por qué es tan importante el pH para nuestras plantas?
El pH del suelo ejerce una gran influencia sobre el desarrollo vegetal, ya que afecta directamente la asimilación de los nutrientes. Aunque un suelo pueda contener todos los elementos necesarios, si el pH no es adecuado, las plantas no podrán absorberlos correctamente.
- El intervalo de pH ideal está entre 6 y 7, ya que es donde la mayoría de los nutrientes están más disponibles para las raíces.
- Además, los microorganismos beneficiosos del suelo —encargados de descomponer la materia orgánica y liberar nutrientes— proliferan con valores de pH medios o altos, pero su actividad disminuye si el pH es inferior a 5,5.
¿Cada planta necesita el mismo pH?
No. Cada especie vegetal tiene un intervalo de pH idóneo. Por eso, es fundamental saber qué tipo de plantas queremos cultivar y ajustar el pH del suelo a sus necesidades.
Por ejemplo:
- Arándanos y hortensias prefieren suelos ácidos (pH 4,5 – 5,5).
- Hortalizas comunes como tomates, lechugas o zanahorias prosperan en suelos ligeramente ácidos o neutros (pH 6 – 7).
- Hierbas aromáticas y muchas flores ornamentales toleran suelos algo más alcalinos.
Obtenga las tiras indicadoras para medir el pH del suelo haciendo click en el siguiente enlace:
Evaluar el pH del suelo es un paso sencillo pero esencial para garantizar que nuestras plantas aprovechen al máximo los nutrientes disponibles, aunque igualmente se puede enviar las muestras al laboratorio y obtener dicha información. En la próxima entrada veremos las correcciones que se necesiten realizar antes de plantar sobre las propiedades físicas del suelo.